Las redes de control que la mente teje pretenden controlar la Vida, a los demás y en ese desproporcionado ejercicio de ego tu mente se queda atrapada. Y tú con ella.
El control encarcela, a ti y a los demás.
La mente en la búsqueda de una seguridad que la salve del miedo se desconecta de la flexibilidad, la inocencia, la espontaneidad, la libertad, deja de vivir las sorpresas y celebrar las alegrías.
¿Reconoces que algo de esto te ocurra en tu día a día? ¡a mí sí 😜 !
Como todo mecanismo de supervivencia se creó con un sentido, fue una “solución” para dejar de sentir miedo. Ahora es tiempo de revisar si sigue siendo útil en tu vida. Aquello que fue una ayuda en un determinado momento puede ser hoy una traba para ti.
A través del control la mente se pone en alerta queriendo conseguir esa falsa seguridad que te salve del miedo. Y digo falsa porque hoy entiendo que esa seguridad no existe. Es como si una piedra que reposa en un río pretende ser mojada por las mismas gotas de agua en todo momento cuando la naturaleza del río es vivir en un movimiento continuo.
La Vida es movimiento, por naturaleza, es adaptación y flexibilidad. Si nuestra mente se mantiene en la rigidez del control el dolor esta asegurado. Pretender controlar supone ir en contra de la naturaleza de nuestro Ser que está unido al incesante movimiento de la Vida.
“La única constante es el cambio” por lo que hagamos algo a nuestro favor y soltemos el control para liberarnos, para liberar a los demás y para poder así entregarnos al movimiento de la Vida y recibir con alegría las sorpresas que la acompañan.
(Recuerda: mientras todas tus manos están ocupadas manejando los hilos del control no estarán libres para acoger aquello nuevo que te espera.)
Vive y deja vivir.
Es tiempo de amar-te.
