Un cambio de estructura familiar en Unión

Cuando las palabras separación, divorcio o la expresión «vamos a darnos un tiempo» asoman un aluvión de miedo puede aparecer por la puerta. 

Mi primera invitación es que dejemos de usar esas palabras. Me explico.

Para nuestra mente esas palabras pueden ser sinónimos de conflicto y ruptura de la familia. En el inconsciente colectivo todo esto está muy activo, presente y grabado por las referencias que podemos tener o experiencias propias en relación a estas situaciones.

Como todo lo que la mente gestiona desde la dualidad, con el juicio, el miedo, con ese intento incansable de mantenerse en lo conocido, en su ilusión de seguridad,  esta experiencia puede clasificarla, como hace con el resto, en la casilla blanca o negra, juntos o separados, amor o miedo, sin dar posibilidad de una alternativa que hable de Unión. Un unión que se materializa en diferentes formas, con una nueva estructura sí, pero Unión. 

Así es como merecemos vivir: sintiendo la Unión en nuestro corazón.

Todos sabemos que entre el blanco y negro, en los que la mente puede encasillar las experiencias, hay una amplia escala de grises y también aparecen todos los colores que se forman en esa transición, con sus diferentes tonalidades y matices, representando también la diversidad de opciones que hay ante una situación.

Para poder acoger esa diversidad de posibilidades nuestra mente ha de abrirse a ver más allá de las creencias que ahora sostiene, de esa dualidad que separa y necesita etiquetar lo que ocurre en una “categoría” que aunque sea incómodo sea “conocida”, y así va sembrando el dolor con la separación que crea manteniéndose en esa dualidad.

Es cierto que en la familia suele estar asociado nuestro sentido de pertenencia más fuerte, donde atesoramos una raíz. Y cuando lo que sentimos como familia, tal y como nuestra mente ha creído que “ha de ser y será”, vive un cambio nos invita a una revisión de nuestra estructura interna, para así adaptarnos a este movimiento que se avecina o quizá ya estemos viviendo.

Así, hoy quiero acercar, desde mi experiencia, la invitación a que escuchemos la llamada que esta circunstancia de cambio nos hace para el reencuentro con nosotros mismos para acoger todo el miedo, dolor, tristeza, rabia, culpa, aquello que se despierte en esta experiencia y revisar aquellas creencias que sostienen esas emociones para flexibilizarlas.

Así, dejaremos ir lo que mantiene el apego físico, emocional y las expectativas relacionadas con esa estructura familiar tal y como la conocíamos hasta ahora. Esto va a permitir la creación de una nueva estructura. Incierta sí, pero quizá que nos abra nuevas posibilidades en Unión. Y la pertenencia se mantiene con un cambio de forma.

Algo que me ayuda siempre es confiar en que, aunque conscientemente en un principio rechace el cambio que se presenta, ese movimiento es el que mi Camino de vida necesita, aunque mi mente no lo pueda comprender en ese momento.

Con esta perspectiva tenemos la opción de colaborar en la creación de la nueva forma de la estructura familiar en lealtad a nosotros mismos y teniendo en cuenta los demás miembros de la familia. Y las sorpresas surgen: se hacen posibles nuevas formas desconocidas que podríamos ver como “imposibles” en un momento anterior.

Porque si en ti cuidas tu Paz, lo nuevo que se cree se alimentará de esa Paz.

Desde tu Paz se abren todas las posibilidades. A través de ella tendrás acceso a todos los recursos internos que te habitan para seguir tu camino de vida, vuestro camino de vida.

Desde tu Paz podrás escucharte, ver más claro y darás los pasos en lealtad a ti.

Desde tu Paz podrás acompañar a vuestros hijos, si es el caso, a transitar este cambio.

¿Cómo acoger el proceso de los demás sin atender el nuestro propio primero?.

Tu vida es tu historia y a ti te corresponde vivirla y colaborar en crear lo nuevo que surge.

Puedo decirte que en mi proceso de cambio de estructura familiar los miedos me visitaban mucho y una vez más la experiencia me ha dado la oportunidad de confirmar que los miedos anticipan al presente una realidad que no existe, que crea la mente. Lo que luego ha ocurrido es muy diferente a lo que mi mente inventó.

El factor clave ha sido responsabilizarme de mi proceso, para avanzar en la conquista de esa Paz interna que ha permitido cada vez más construir una nueva relación con quien fue mi pareja y un nuevo funcionamiento familiar.

Si estas viviendo esta transición hoy deseo para ti:

Que las creencias que puedas tomar como verdad no te impidan vivir la vida en paz que mereces vivir contigo mismo, con quien fue tu pareja y con vuestros hijos, si es el caso.

Que las creencias que puedas tomar como verdad no te impidan disfrutar de la nueva vida que te espera aunque no sepas nada de esa nueva realidad.

Que las creencias que puedas tomar como verdad no te separen del amor y la gratitud por lo que fue, por lo que es y por lo que será.

Porque si esto ocurre es que no son “verdad”, sino que solo son una ilusión que la mente se ocupa de mantener. Así que ponte de tu lado, se amable contigo y revisa esas formas de pensar que te pueden mantener en el dolor. 

Y por supuesto da tiempo al tiempo. Los cambios no son posibles sin espacio ni tiempo para que se de la transformación interna y externa que movilizan.

Recuerda que independientemente de cómo se resuelva la relación de pareja la familia seguirá siempre siéndolo. Si así lo eliges vivir en tu interior así será para ti. Esta será tu realidad y esto es lo importante: sentir que ese vínculo fue, es y será.

Recuerda, el compromiso es contigo. La unión que creas en tu vida nace en primer lugar de la unión que vives contigo mismo.

Tuya es tu vida y tú el protagonista.

1 comentario en «Un cambio de estructura familiar en Unión»

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