Hoy terminan dos semanas de Presencia esencialmente conmigo misma.
Este es el tercer verano en el que nuestros hijos, Iago y Leire, viven sus vacaciones en diferentes tiempos y espacios con su padre y conmigo.
Y esta es una de las oportunidades que esta circunstancia me ofrece: profundizar en mi Presencia.
Hoy volveremos a vernos y abrazarnos. Sentiremos la evolución que en estos días ha sucedido en nosotros.
Yo podré ver parte de la suya en su cambiante cuerpo de preadolescentes.
Ellos podrán sentir lo que se ha transformado en mí en este tiempo, aunque sea menos evidente a simple vista.
Lo seguro es que ninguno de los 3 “somos los mismos”.
Han sido días de muchas experiencias de vida que inevitablemente han impulsado la evolución de cada uno.
En mi caso, han sido momentos de alta intensidad y valor que me han permitido seguir avanzando en la conquista de mi autoamor incondicional.
Este tiempo me ha regalado:
- La escucha de mis ritmos y moverme en respeto a ellos.
- La liberación de emociones que aún se mantenían sin expresión en mí y ha hecho posible que más Amor sea sentido por mi corazón.
- Claridad y actuación en aspectos valiosos en mi vida.
- Encuentros sorpresa que solo la Vida sabe colocar en el momento perfecto.
- Disfrutar de mis vínculos sagrados que siguen alimentando el latido de mi alma y alentando su expansión.
- Libertad de Ser, con todo lo que ello implica en mi sentir, pensar y hacer: permisos y más permisos “en lo pequeño y en lo grande”.
- Sentir, sentir, sentir.
Me siento profundamente agradecida por la fuerza de mi determinación y Amor hacia este regalo de vida que mis padres me entregaron y yo acogí.
Me siento infinitamente agradecida por la compañía de la Luna, el Sol, los elementos y todos los seres que me acompañáis en el Camino de esta Vida, cada día más hacia mi Verdad, hacia mi esencia.
Ya es un hecho que esta evolución “invisible” vivida estos días ha generado el cambio interno oportuno para seguir mi Camino.
Keep on walking.
Gracias por ser Vida.
